La Lección de las Barcazas"

Febrero, 2000

 La Lección de las Barcazas

Durante los últimos meses he estado sintiendo de Dios la necesidad de buscarle con más urgencia y disposición a pagar el precio para tener más acercamiento con él. Este sentir ha sido confirmado para mi de varios fuentes, incluyendo los mensajes de Steve Cobb y James que todos Uds. han recibido. Entre las cosas que han estado resultando en mi vida, recibí una palabra la cual siento presentar para que Uds. la consideren.

Yo estaba orando y meditando por la orilla del río una mañana que había apartado para buscar al Señor. Pasé un tiempo largo de intercesión intensa y también recibí mucha exhortación y animo de parte del Señor. Entre las cosas que me impresionaron era la necesidad de ser más cumplido en transmitir las cosas que recibo de él, y con este ánimo les estoy escribiendo.
Cuando regresé a la casa, me senté a la mesa del comedor y seguí orando porque la presencia de Dios estaba muy fuerte. En este rato me recordó de algo que había visto por el río lo cual describo brevemente aquí.
En la orilla del río donde yo estaba, hay flotillas de barcazas amarradas a la ribera. De mi posición, había una flotilla a mi izquierda y otra a mi derecha, con una distancia de 40 metros entre ellos. Una barcaza es una bodega flotante con tapadera removible sellada, que no tiene motor propio sino que se moviliza con un barco remolcador especial.
Estas flotillas consisten en cuatro o más barcazas de ancho y hasta diez o más de largo. Las barcazas tienen como 7 metros de ancho y 25 de largo, con las paredes de 1 o 2 metros de alto, con un angosto camino alrededor de cada uno. En cada esquina tienen un "winch" de cables de acero, y un cacho grande de hierro para amarrarlas. Para formar las flotillas, entrelazan las cables de una a la esquina opuesta de la siguiente, el ojal de cada cable se engancha en el cacho de hierro de la barcaza vecina. De la orilla salen cables muy fuertes, de 2 pulgadas de grosor, que se amarran al cacho de una barcaza de cada 2 o 3 a lo largo. La otra punta de cada cable es fijada a una gran ancla de concreto enterrada profundamente en la orilla a unos 50 metros de distancia del agua. Así se sostienen las flotillas contra la corriente del río.
Durante el tiempo que estaba por el río, se acercó y paró un barco remolcador en la flotilla a mi izquierda a poca distancia. Al principio me inquietó, pero yo estaba tan metido en mi oración que luego se me olvidó. Después de un rato, apareció de entre las barcazas en la punta cercana de la flotilla un hombre. Al observarle un rato, mi di cuenta que su trabajo era de inspeccionar los amarres entre las barcazas. El hombre cargaba una varilla de hierro que usaba para probar la tensión de los cables, y si uno estuviere flojo, la utilizó para apretarlo con el winch. A veces hasta se paraba y brincaba en la punta para apretar el cable muy fuertemente. Luego al terminar de revisar esa flotilla, se subió al barco y movieron a la otra a mi derecha para seguir con su tarea.
Cuando El Señor me recordó esto de las barcazas, me hizo ver todo lo que había observado pero ahora con entendimiento más completo. La razón que pasan revisando y apretando los amarres de las barcazas es que por esta temporada del año el río crece y sube bastante porque toda la nieve depositada durante el invierno en el norte se derrite y llega al Río Mississippi desde una área muy extensa. Esto aumenta bastante la fuerza del río, y si no están bien asegurados los miles de barcazas que forran las riberas, pueden romper sus amarres y dejarse venir río abajo con las correntadas de agua y causar muchos daños. Inmediatamente entendí que este crecimiento del río representaba el plan de Dios de traer avivamiento y cosecha para Su reino. Este nuevo mover del Espíritu Santo durante estos últimos años es solo el principio de algo mayor por venir. Hasta ahora hemos visto más que todo que este mover ha sido dirigido a la iglesia, pero viene el tiempo en que el avivamiento ya no se va a contener dentro de las paredes de las iglesias, sino que va a extenderse a los inconversos y vendrán multitudes a los pies de Cristo y a las iglesias. Esto no es simplemente algo que yo estoy recibiendo, sino que es mencionado por muchas corrientes proféticas hoy en día. Vienen tiempos en que el espíritu de Dios va a empezar a levantar una gran cosecha de entre el mundo, y tenemos que estar preparados. Como lo dice Isaías en capítulo 54: 2-3, "Ensancha el sitio de tu tienda, y sean extendidos los tapices de tus moradas. No te limites; alarga tus cuerdas y afirma tus estacas. Porque vas a extenderte a la derecha y a la izquierda; tus descendientes heredarán naciones y habitarán las ciudades desoladas."
Las barcazas representaban a las iglesias y a su liderazgo, y me mostraba que hay necesidad y urgencia que se tomen medidas necesarias para poder recibir y soportar lo que Dios trae para Su iglesia. Específicamente el Señor me hablaba de la necesidad para un acercamiento entre su pueblo, y esto en diferentes niveles: entre iglesias no relacionadas, entre ministerios que tiene influencia sobre grupos de iglesias, y entre el mismo liderazgo de una iglesia o ministerio. Pues, el tema de la unidad siempre ha sido de importancia para nosotros, con mención fundamental en nuestro propósito y visión. Tal vez en cierta medida hemos mantenido una unidad aceptable entre nosotros, pero no sin sus retos y dificultades. También hemos logrado cierta medida de relación con otros grupos, pero realmente no creo que sea la unidad como algo vital para nosotros en la práctica.
Al ver la operación de apretar las uniones entre cada barcaza en el río, podía apreciar que el proceso no es fácil ni sin costo. Llevaba un tiempo dedicado a cada una de las coyunturas entre ellas, requiriendo bastante fuerza en las que estaban flojas, y produciendo fricción y presión. Donde estaba la pintura tal vez bonita y nueva, al juntarse con su prójimo, se raspaba y dañaba la superficie. Era necesario para lograr el mayor bien y seguridad del todo.
Pues, trasladando este concepto al ministerio nuestro, se refiere a las relaciones entre los miembros del liderazgo a todo nivel. Entiendo que en Guatemala han estado atravesando una etapa difícil con respecto a esto, y creo que Dios nos está exigiendo que la unidad sea más que solo soportarnos, pero que en verdad lleguemos cada quien a darnos cuenta que necesitamos los unos a los otros en verdad. Se trata de tomar pasos donde estemos dispuestos a ser raspados y lastimados una poco cada quien para el bienestar del todo. Tan fácilmente creemos que "tengo yo razón, y tarde o temprano se darán cuenta los otros" y seguimos adelante aparentando disposición de servicio cuando realmente estamos separados en nuestro corazón los unos de los otros.
Posiblemente podemos seguir así sin que se nos derrumbe o se fractura todo el ministerio, pero no lograremos ver el impacto de Dios sobre nuestras familias, iglesias, ciudades y naciones que todos quisiéramos ver. Para verlo y vivirlo, nosotros tenemos que estar dispuestos a pagar el precio que Dios nos pide a cada quien. Al contrario, llegaremos al mismo final de muchos otros grupos que han empezado con un mandato divino y un fervor espiritual, pero al cabo de una generación o dos, solo quedan las historias que había algo antes.
Tal vez sobrevivimos cada quien en lo personal, pero nunca llegaremos al cumplimiento de los planes de Dios a menos que haya una disposición y vivencia real de morir a nosotros mismos para que el producto de nuestras vidas sea una ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Tampoco la obra de apretar un área específica no es de que todos saltan en la varilla del winch, sino que sea una disposición y humildad creada por el espíritu en los corazones de cada quien. Es aquí donde debemos estar tan hambrientos por las cosas de Dios que estemos abiertos a que nos toca la muerte personal para que la vivencia sea de El en verdad. No nos debe interesar "lo nuestro" o "el mío", porque "Nosotros le oímos decir: "Yo derribaré este templo que ha sido hecho con manos, y en tres días edificaré otro hecho sin manos." Mar 14:58
Había otro aspecto de las barcazas que me llamó la atención. No era cada una que tenía conectado el cable del ancla, sino que cada 2 o 3. Esto me indicaba que en la misma manera, nosotros cada quien tenemos nuestra relación con el Señor, pero no estamos todos siempre en los mejores tiempos. Para todos nosotros hay tiempos de una fuerte relación donde somos iluminados, guiados y obedientes al espíritu, pero también hay otros tiempos cuando nos flaqueamos un poco. El maná de ayer no nos alcance para hoy también, pero a veces se nos olvida esto. Pues, por esta razón también se destacaba la necesidad de que estemos abiertos a este nivel los unos con los otros para dar y recibir apoyo mutuamente. Sabemos que nada podemos hacer por nuestra cuenta, y no nos cuesta mucho confesarlo al Señor, pero entre nosotros mismos es otra historia a veces.
Si vamos a poder hacerle frente a las cosas que Dios tiene preparadas para nosotros como iglesias y ministerio, es indispensable el abrirnos delante del Señor para que nos muestre muy en particular y profundo a cada quien donde están los cables flojos entre nosotros para que dejemos que El los ajuste. Ya no podemos seguir cada quien en su propio criterio, soportando a los demás sola hasta donde sea conveniente, sino tenemos que tomar pasos adelante, o la corriente nos hará mucho daño.
 De la misma manera, el Señor me mostró como esto es necesario entre nosotros y otros ministros e iglesias en las ciudades donde trabajamos. Dios no quiere visitar a solo un pedacito de una ciudad, pero a toda! Nos está llamando a esto aquí en New Orleans, y hay mucha bendición en esto para el grupo de pastores Hispanos como también Americanos. Hay mucho en el corazón de Dios en el por venir para nuestras ciudades, pero tenemos que acercarnos mucho más que solo un gesto político.
Vemos a nivel como Dios está haciendo "networks" o redes de relación entre hombres y ministerios como no hemos visto antes. Hay variedad de grupos apostólicos y proféticos que están funcionando para la edificación del cuerpo de Cristo que traspasa fronteras denominacionales. Y esto es solo el principio. Son tiempos en verdad emocionantes para el Reino de Dios, pero se les está requiriendo a todos el pagar un precio mayor de lo que hemos conocido antes. No serán tiempos muy fáciles pero si se va a manifestar la gloria de Dios a un mundo que necesita de él más y más alrededor nuestro, nuestra cruz no sirve de nada clavada en nuestra pared de recuerdos o tirada en suelo.

Cuando se acabó mi esta parte de mi oración y todo lo que había recibido sentado a la mesa de mi cocina, literalmente al minuto sonó el teléfono. Al contestar, me encontré muy sorprendido al recibir una llamada de parte de Tommy Tenney. Me invitó a una reunión para la semana siguiente con un grupo de 5 o 6 pastores cuyas iglesias han estado en avivamiento muy fuertes durante los últimos 2 0 3 años. Yo sentía que esto era una confirmación de las cosas que Dios me ha estado ministrando recientemente, el contexto de esta reunión fue de la mismo que he expuesto arriba .. no el mismo simbolismo de las barcazas, pero si igual en cuanto a pagar el precio, el estrechar lazos entre ministros y grupos, en preparación por lo que dios está por hacer en nuestras vidas y iglesias si estamos dispuestos.

Dick Funnell



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