La Lección de las Barcazas
Durante los últimos meses he estado sintiendo de Dios la necesidad
de buscarle con más urgencia y disposición a pagar el precio
para tener más acercamiento con él. Este sentir ha sido confirmado
para mi de varios fuentes, incluyendo los mensajes de Steve Cobb y James
que todos Uds. han recibido. Entre las cosas que han estado resultando en
mi vida, recibí una palabra la cual siento presentar para que Uds.
la consideren.
Yo estaba orando y meditando por la orilla del río una mañana
que había apartado para buscar al Señor. Pasé un tiempo
largo de intercesión intensa y también recibí mucha
exhortación y animo de parte del Señor. Entre las cosas que
me impresionaron era la necesidad de ser más cumplido en transmitir
las cosas que recibo de él, y con este ánimo les estoy escribiendo.
Cuando regresé a la casa, me senté a la mesa del comedor
y seguí orando porque la presencia de Dios estaba muy fuerte. En
este rato me recordó de algo que había visto por el río
lo cual describo brevemente aquí.
En la orilla del río donde yo estaba, hay flotillas de barcazas
amarradas a la ribera. De mi posición, había una flotilla
a mi izquierda y otra a mi derecha, con una distancia de 40 metros entre
ellos. Una barcaza es una bodega flotante con tapadera removible sellada,
que no tiene motor propio sino que se moviliza con un barco remolcador especial.
Estas flotillas consisten en cuatro o más barcazas de ancho y hasta
diez o más de largo. Las barcazas tienen como 7 metros de ancho y
25 de largo, con las paredes de 1 o 2 metros de alto, con un angosto camino
alrededor de cada uno. En cada esquina tienen un "winch" de cables de acero,
y un cacho grande de hierro para amarrarlas. Para formar las flotillas, entrelazan
las cables de una a la esquina opuesta de la siguiente, el ojal de cada cable
se engancha en el cacho de hierro de la barcaza vecina. De la orilla salen
cables muy fuertes, de 2 pulgadas de grosor, que se amarran al cacho de
una barcaza de cada 2 o 3 a lo largo. La otra punta de cada cable es fijada
a una gran ancla de concreto enterrada profundamente en la orilla a unos
50 metros de distancia del agua. Así se sostienen las flotillas contra
la corriente del río.
Durante el tiempo que estaba por el río, se acercó y paró
un barco remolcador en la flotilla a mi izquierda a poca distancia. Al principio
me inquietó, pero yo estaba tan metido en mi oración que luego
se me olvidó. Después de un rato, apareció de entre
las barcazas en la punta cercana de la flotilla un hombre. Al observarle
un rato, mi di cuenta que su trabajo era de inspeccionar los amarres entre
las barcazas. El hombre cargaba una varilla de hierro que usaba para probar
la tensión de los cables, y si uno estuviere flojo, la utilizó
para apretarlo con el winch. A veces hasta se paraba y brincaba en la punta
para apretar el cable muy fuertemente. Luego al terminar de revisar esa flotilla,
se subió al barco y movieron a la otra a mi derecha para seguir con
su tarea.
Cuando El Señor me recordó esto de las barcazas, me hizo
ver todo lo que había observado pero ahora con entendimiento más
completo. La razón que pasan revisando y apretando los amarres de
las barcazas es que por esta temporada del año el río crece
y sube bastante porque toda la nieve depositada durante el invierno en el
norte se derrite y llega al Río Mississippi desde una área
muy extensa. Esto aumenta bastante la fuerza del río, y si no están
bien asegurados los miles de barcazas que forran las riberas, pueden romper
sus amarres y dejarse venir río abajo con las correntadas de agua
y causar muchos daños. Inmediatamente entendí que este crecimiento
del río representaba el plan de Dios de traer avivamiento y cosecha
para Su reino. Este nuevo mover del Espíritu Santo durante estos últimos
años es solo el principio de algo mayor por venir. Hasta ahora hemos
visto más que todo que este mover ha sido dirigido a la iglesia,
pero viene el tiempo en que el avivamiento ya no se va a contener dentro
de las paredes de las iglesias, sino que va a extenderse a los inconversos
y vendrán multitudes a los pies de Cristo y a las iglesias. Esto
no es simplemente algo que yo estoy recibiendo, sino que es mencionado por
muchas corrientes proféticas hoy en día. Vienen tiempos en
que el espíritu de Dios va a empezar a levantar una gran cosecha de
entre el mundo, y tenemos que estar preparados. Como lo dice Isaías
en capítulo 54: 2-3, "Ensancha el sitio de tu tienda, y sean extendidos
los tapices de tus moradas. No te limites; alarga tus cuerdas y afirma tus
estacas. Porque vas a extenderte a la derecha y a la izquierda; tus descendientes
heredarán naciones y habitarán las ciudades desoladas."
Las barcazas representaban a las iglesias y a su liderazgo, y me mostraba
que hay necesidad y urgencia que se tomen medidas necesarias para poder
recibir y soportar lo que Dios trae para Su iglesia. Específicamente
el Señor me hablaba de la necesidad para un acercamiento entre su
pueblo, y esto en diferentes niveles: entre iglesias no relacionadas, entre
ministerios que tiene influencia sobre grupos de iglesias, y entre el mismo
liderazgo de una iglesia o ministerio. Pues, el tema de la unidad siempre
ha sido de importancia para nosotros, con mención fundamental en
nuestro propósito y visión. Tal vez en cierta medida hemos
mantenido una unidad aceptable entre nosotros, pero no sin sus retos y dificultades.
También hemos logrado cierta medida de relación con otros
grupos, pero realmente no creo que sea la unidad como algo vital para nosotros
en la práctica.
Al ver la operación de apretar las uniones entre cada barcaza en
el río, podía apreciar que el proceso no es fácil ni
sin costo. Llevaba un tiempo dedicado a cada una de las coyunturas entre ellas,
requiriendo bastante fuerza en las que estaban flojas, y produciendo fricción
y presión. Donde estaba la pintura tal vez bonita y nueva, al juntarse
con su prójimo, se raspaba y dañaba la superficie. Era necesario
para lograr el mayor bien y seguridad del todo.
Pues, trasladando este concepto al ministerio nuestro, se refiere a las
relaciones entre los miembros del liderazgo a todo nivel. Entiendo que en
Guatemala han estado atravesando una etapa difícil con respecto a esto,
y creo que Dios nos está exigiendo que la unidad sea más que
solo soportarnos, pero que en verdad lleguemos cada quien a darnos cuenta
que necesitamos los unos a los otros en verdad. Se trata de tomar pasos donde
estemos dispuestos a ser raspados y lastimados una poco cada quien para
el bienestar del todo. Tan fácilmente creemos que "tengo yo razón,
y tarde o temprano se darán cuenta los otros" y seguimos adelante
aparentando disposición de servicio cuando realmente estamos separados
en nuestro corazón los unos de los otros.
Posiblemente podemos seguir así sin que se nos derrumbe o se fractura
todo el ministerio, pero no lograremos ver el impacto de Dios sobre nuestras
familias, iglesias, ciudades y naciones que todos quisiéramos ver.
Para verlo y vivirlo, nosotros tenemos que estar dispuestos a pagar el precio
que Dios nos pide a cada quien. Al contrario, llegaremos al mismo final
de muchos otros grupos que han empezado con un mandato divino y un fervor
espiritual, pero al cabo de una generación o dos, solo quedan las
historias que había algo antes.
Tal vez sobrevivimos cada quien en lo personal, pero nunca llegaremos al
cumplimiento de los planes de Dios a menos que haya una disposición
y vivencia real de morir a nosotros mismos para que el producto de nuestras
vidas sea una ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor
es Dios.
Tampoco la obra de apretar un área específica no es de que
todos saltan en la varilla del winch, sino que sea una disposición
y humildad creada por el espíritu en los corazones de cada quien.
Es aquí donde debemos estar tan hambrientos por las cosas de Dios
que estemos abiertos a que nos toca la muerte personal para que la vivencia
sea de El en verdad. No nos debe interesar "lo nuestro" o "el mío",
porque "Nosotros le oímos decir: "Yo derribaré este templo
que ha sido hecho con manos, y en tres días edificaré otro
hecho sin manos." Mar 14:58
Había otro aspecto de las barcazas que me llamó la atención.
No era cada una que tenía conectado el cable del ancla, sino que
cada 2 o 3. Esto me indicaba que en la misma manera, nosotros cada quien
tenemos nuestra relación con el Señor, pero no estamos todos
siempre en los mejores tiempos. Para todos nosotros hay tiempos de una fuerte
relación donde somos iluminados, guiados y obedientes al espíritu,
pero también hay otros tiempos cuando nos flaqueamos un poco. El
maná de ayer no nos alcance para hoy también, pero a veces
se nos olvida esto. Pues, por esta razón también se destacaba
la necesidad de que estemos abiertos a este nivel los unos con los otros
para dar y recibir apoyo mutuamente. Sabemos que nada podemos hacer por
nuestra cuenta, y no nos cuesta mucho confesarlo al Señor, pero entre
nosotros mismos es otra historia a veces.
Si vamos a poder hacerle frente a las cosas que Dios tiene preparadas para
nosotros como iglesias y ministerio, es indispensable el abrirnos delante
del Señor para que nos muestre muy en particular y profundo a cada
quien donde están los cables flojos entre nosotros para que dejemos
que El los ajuste. Ya no podemos seguir cada quien en su propio criterio,
soportando a los demás sola hasta donde sea conveniente, sino tenemos
que tomar pasos adelante, o la corriente nos hará mucho daño.
De la misma manera, el Señor me mostró como esto es
necesario entre nosotros y otros ministros e iglesias en las ciudades donde
trabajamos. Dios no quiere visitar a solo un pedacito de una ciudad, pero
a toda! Nos está llamando a esto aquí en New Orleans, y hay
mucha bendición en esto para el grupo de pastores Hispanos como también
Americanos. Hay mucho en el corazón de Dios en el por venir para nuestras
ciudades, pero tenemos que acercarnos mucho más que solo un gesto político.
Vemos a nivel como Dios está haciendo "networks" o redes de relación
entre hombres y ministerios como no hemos visto antes. Hay variedad de grupos
apostólicos y proféticos que están funcionando para
la edificación del cuerpo de Cristo que traspasa fronteras denominacionales.
Y esto es solo el principio. Son tiempos en verdad emocionantes para el
Reino de Dios, pero se les está requiriendo a todos el pagar un precio
mayor de lo que hemos conocido antes. No serán tiempos muy fáciles
pero si se va a manifestar la gloria de Dios a un mundo que necesita de
él más y más alrededor nuestro, nuestra cruz no sirve
de nada clavada en nuestra pared de recuerdos o tirada en suelo.
Cuando se acabó mi esta parte de mi oración y todo lo que
había recibido sentado a la mesa de mi cocina, literalmente al minuto
sonó el teléfono. Al contestar, me encontré muy sorprendido
al recibir una llamada de parte de Tommy Tenney. Me invitó a una reunión
para la semana siguiente con un grupo de 5 o 6 pastores cuyas iglesias han
estado en avivamiento muy fuertes durante los últimos 2 0 3 años.
Yo sentía que esto era una confirmación de las cosas que Dios
me ha estado ministrando recientemente, el contexto de esta reunión
fue de la mismo que he expuesto arriba .. no el mismo simbolismo de las
barcazas, pero si igual en cuanto a pagar el precio, el estrechar lazos
entre ministros y grupos, en preparación por lo que dios está
por hacer en nuestras vidas y iglesias si estamos dispuestos.
Dick Funnell