La Lección del Naranjal"

23 de octubre, 1996

 Estando hospedado en la casa de unos hermanos en Guatemala, yo me levanté tempranito para orar y prepararme para compartir un una de las congregaciones, creo que fue Verbo Sur. Estaba sentado en el patio atrás de la casa, y mientras oraba, tenía abiertos mis ojos para admirar el la naturaleza del jardín. De repente mi vista fue atraida a un palo de naranja de unos tres metros de altura, y específicamente a una flor blanca. Se resaltaba a mi vista en una manera curiosa, y mi dí cuenta de que en todo el palo, por lo menos desde mi punto de vista, había una sola flor! A la vez sentí que Dios me quería mostrar algo, entonces me levanté y me acerqué para investigar que pasaba.

 Al acercarme al naranjo, yo empecé a dar la vuelta lentamente para ver si había más flores, y encontré solo dos o tres mas, y ni había otros botones para reventarse. Mientras hacía esta inspección, inmediatamente me dí cuenta de que el palo estaba bien enfermo. Al escudriñar con más interés la condición del palo, el Señor me indicó que me mostraba la condición de la iglesia en Guatemala. Mi corazón se partía y yo lloraba con mucha tristeza, pero también lloraba porque la presencia de Dios fué tan marcada. El me fué mostrando rama por rama la aflicción de la iglesia, la cual quisiera tratar de detallar aquí.

 Muchas de las hojas del árbol eran chupadas y enjutadas, color de bronce oscuro, ya no verde. Habían llegado a su tamaño normal, pero algo obstruía el fluir de la savia, y estaban muy enfermas o muertas ya. Estas hojas eran las personas quienes ya tienían años de estar con nosotros, pero ya no estaban recibiendo el alimento necesario, lo básico. No era por falta de sustancias para seguir creciendo más grandes, sino para seguir funcionando como hojas maduras supliendo alimentos para nuevo crecimiento en las otras partes del árbol, como ramas, raíces y nuevas ramas y hojas. Estos hermanos estaban todavía conectados a la iglesia, pero no recibían vida, entonces no producían vida tampoco.

 En el suelo debajo del árbol había una gran cantidad de hojas muertas, y se conmovía más mi corazón al ver que significaban. Cada una representaba a uno de los muchos hermanos que ya no están conectados a la iglesia. Muchos o todos de nosotros en liderazgo los hemos conocido, los hemos amado, hemos ministrado con amor a sus vidas, pero ya no están con nosotros. Tal vez sus vidas eran demasiado complicadas o conflictivas y no respondían al consejo, o habían otros que pedían ayuda y no lo recibieron. Y tal vez habían otros quienes nos incomodaban o nos confrontaban a nosotros directamente, y en lugar de perseverar en amarles o reconciliarles, mejor optamos por dejarles afuera de nuestro corazón. No quiero elaborar más en este punto, pero el Señor se contristece por esta situación. Estos hermanos son sus hijos amados y no se han quedado afuera de Su corazón.

 Había otra clase de hojas que estaban descoloridas, que en la parte de atrás tenían pequeñitos insectos como escamas blancas. Estos no permitían que entrara el aire por los poros de las hojas, y las asfixiaban. Además, chupaban los nutrientes que supuestamente daban vigor a las hojas, y las dejaban inertes. No estaban muertas aún, pero tampoco no tenían vida para sí. Tal vez representaban estas hojas a los muchos hermanos que sí se mantienen mas o menos fieles en la iglesia, pero debido a sus necesidades económicas, toda su energía iba para apenas sostenerse, y su vigor daba vida a la economía nacional pero no quedaba nada para ellos involucrarse de corazón en las cosas de Dios.

 En otra parte del árbol habían mucha actividad de hormigas que subían del suelo y hacían como una carretera de las ramas para llegar a un área donde se estaban concentrando en el árbol. Ellas cortaban y llevaban pequeños pedacitos de hoja y corteza para abajo sin que nada obstaculizaba su egreso. Eran cientos de hormigas, y hacían su trabajo con mucha diligencia, pero a menos que uno se acercara mucho, no se notaría esto que sucedía.

 Mientras miraba todo esto, lloraba con mucho dolor al ver tanta aflicción que tenía este árbol. No fué mi angustia por el árbol en sí, sino por la iglesia y su gente que tanto amamos, y aún mucho más ama el Señor. Fue tanta la intensidad del amor y compasión del Señor para su iglesia, para la condición de tantas vidas que necesitaban de él que no pude detener las lágrimas que cursaban mis mejillas durante toda esta experiencia. Su presencia fue tan palpable que no importaba nada más de mirar todo que me mostraba en cada hojas, cada ramita.

 Algo en lo cual me fijé através de mi examinación fue que alguien había notado la condición del árbol, y había hecho un intento a ayudarlo. En muchas de las hojas había evidencia de que se había hecho una aplicación de insecticida, porque se veía una capa finita de blanco en porciones de las hojas. Y en otras partes era otra aplicación como polvito de color cobre que usaron para matar una invasión de hongo que atacaba a las hojas. Fue obvio que habían hechos varias aplicaciones en partes, porque fue tanto el depósito de esta sustancia el las hojas que la misma que fue aplicada para el bien del árbol estaba causando más daño que ayuda a la situación.

En medio de todo esto que se me presentaba, había algo bien precioso. Me alegré muchísimo al ver que había varias ramas que en las puntas tenía hojas tiernas y verdes y que venían creciendo con mucha salud y empuje. Eran como hermosos adornos en medio de la condición del resto del árbol. Estas hojas, aún pequeñas, daban un aspecto de esperanza y vida nueva en muchas partes del árbol y crecían con abandono. No habían sido tocadas por los "remedios" que se aplicaron antes, y su color tan fresco y saludable me llenó de alegría. Estas eran todos los hermanos recién llegados a la iglesia, enamorados de Jesús, ministrados por el poder del espíritu, sus ojos abiertos a ver a Dios obrando en sus vidas, y sin otro interés que conocer más a su Dios que les dió vida nueva y esperanza en Sus grandes promesas y verdades.

Con todo lo que El Señor me mostraba esa mañana, hay algunos aspectos que sentí muy importantes. El más claro para mi era como tratar de curar este arbolito. En lo natural, aplicaron medidas externas para matar las plagas de insectos, escama, hongo, etc. Pero al ver que no resultaba, lo que se necesitaba era un remedio sistémico. Este se aplica al suelo debajo del árbol para que se absorba através de las raíces, y sea llevado a cada parte del árbol por el mismo sistema de circulación de la savia. Así las plagas son atacadas desde adentro de la planta misma, muy parecido a como funciona el sistema de defensa del cuerpo humano.

 En relación a la iglesia, veía que los tratamientos externos eran como los programas y planificaciones aplicados a la iglesia para obtener el continuo crecimiento, etc., etc. A cierta medida, si funcionan y producen un efecto. Pero yo tuve un sentir de que algo en la iglesia no está funcionando en el elemento central, a nivel de los raíces. Me refiero a lo que es el nivel de relación personal entre el liderazgo. Por supuesto existe relación por tanta reunión y contacto que tienen, pero ¿será esta suficiente? ¿Hay una relación de tipo intima amistad, de abrir nuestros corazones unos a otros y compartir nuestros anhelos y aún nuestras penas, o solamente amabilidad dentro del contexto de una amistad laboral? ¿Con el ritmo de tanta actividad en las iglesias, dejamos suficiente tiempo libre para que nuestros líderes realmente pueden cultivar relaciones más profundas entre si?

 Por el otro lado de relación, y lo más importante, es todo con respeto a nuestra relación personal e individual con El Señor. Existe una tendencia que nos lleva a estar tan ocupados en las cosas del reino que no pasamos tiempo de calidad e intimidad con el Rey! Y no es por falta de devoción o deseo de amar a Dios que nos pasa, sino que es simplemente un producto de mucho crecimiento de las iglesias. Este crecimiento que tanto queremos ver y que nos alegra trae más responsabilidades, que a la vez requieren más y más de nuestro tiempo. Entonces o dejamos de dormir tanto, o dejamos esos tiempos de buscar al Señor y tener este contacto tan vital para nuestra salud espiritual. Es esto la fuente de todo, lo que más debemos de cultivar y guardar.

 Bueno, amados hermanos, hasta allí lo dejo, y espero que estas palabras nos sirvan para inquietarnos y estimularnos a seguir adelante, mejorando a diario nuestro desempeño como hermanos y obreros dentro del reino de nuestro Señor. Espero verlos a todos pronto, y tener un buen tiempo en el Señor y gozarnos en El grandemente y juntos!

 Que el Señor les bendiga a todos!



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